[Relatos] Un buen par de periodistas.

Observo a Dani mientras trabaja en el ordenador: ajusta el encuadre de la imagen, deshace y reajusta de nuevo. Una y otra vez. Y otra y otra. Hasta que queda perfecto. Puedo asegurar que no conozco a nadie más meticuloso en su trabajo. No solo en su faceta de periodista de investigación, profesión que compartimos, sino en la labor posterior de maquetación y puesta a punto de un reportaje, que también hace como nadie. Yo, mientras tanto, reviso las notas de mi cuaderno para preparar las narraciones que irán dando paso a los vídeos. Ensayo en voz alta alguna de las “entradillas”, a ver cómo suenan. Deben tener el punto justo de énfasis para conseguir enganchar al espectador.

  • Por favor Alex.- Dani interrumpe su tarea frente al ordenador, dándose la vuelta para mirarme.- ¡Cómo te gusta el melodrama! – Se carcajea.
  • ¿Melodrama? ¿A mí? ¿Tú te has visto los ojos? .- contraataco.
  • Eso es un golpe bajo, y lo sabes. – Afirma apuntándome con el dedo, aunque no por ello deja de reír.- No acostumbro a maquillarme, y lo sabes (me señala de nuevo), pero hoy es un día especial. He quedado con Andrea, vamos a ir a ese bareto nuevo del centro en el que hacen espectáculos de Drag Queens. Quiero que piense que esta es una ciudad moderna, abierta, para que no se quede con la sensación de que aquí solo hay bares rancios con las paredes repletas de cuadros de toreros y flamencas en el mueble del televisor.

Pongo los ojos en blanco y decido concluir la conversación con un “menuda estupidez”, arrancando otra sonora carcajada (bueno, más bien escandalosa, diría yo) por parte de Dani, que al punto se da la vuelta para concentrarse de nuevo en su tarea. Desde luego es muy profesional, pero no por ello deja de ser uno de los personajes más excéntricos que conozco. Al contrario que yo, que soy “de estilo conservador”, como bien diría Dani. Es cierto que soy de respetar tradiciones, por qué negarlo, pero también una persona moderna y abierta (aunque no tanto como Dani, claro). A la vista está, si no ¿Cómo iba a poder estar con Toni?  Me enfrenté con mi madre, que no entendía eso de que “yo tuviera un novio”, y ha terminado adorando a Toni por encima de todo. Cierto que él se hace querer, sobre todo cuando se pone con ella después de comer a comentar los programas de cotilleo que tanto le gustan. Alguna vez he encontrado en casa una revista de corazón, oculta entre mis ejemplares de “Muy Interesante”, seguro que para preparar futuros temas de conversación con mi madre. Así es Toni. Es imposible no quererle.

  • Esto ya está .- dice Dani de repente, sacándome de mis pensamientos.- Solo faltan tus grabaciones de voz y listo para enviar. Este reportaje es bueno Alex. Muy bueno.

Dicho esto, coge su mochila y se marcha. Ya ha concluido su trabajo. Sin más. Como siempre, no puedo dejar de admirar su fuerte personalidad. Sonrío al recordar cuando, en este último reportaje sobre barrios marginales, aquel tipo vino a recibirnos con un: “Si dais un paso más, os apedreamos” y Dani, sin arredrarse lo más mínimo, contestó: “Quieras o no vamos a entrar. Si haces eso que dices casi mejor, más gente verá el reportaje”. El tío, lejos de enfurecerse ante tal chulería, le dio una palmada en el hombro y nos invitó a entrar. Incluso se ofreció a hacernos de guía turístico. Allí no había tiendas, ni colegios, ni nada. Niños jugando por las calles sin expectativa alguna de escolarización, problemas entre bandas y clanes rivales y droga. Sobre todo droga.

Reviso de nuevo las anotaciones de mi cuaderno, reviviendo la sensación de desamparo que sentí al observar a esos niños durante días. Enciendo la grabadora: “Hay muchos estudios sociológicos y educativos que demuestran la importancia de los barrios en nuestra infancia, de forma que residir en un barrio “desfavorecido” o marginal influye en el desarrollo cognitivo de los niños; Nuestra investigación no pretende dilucidar de qué manera y qué tipo de intervención política es necesaria para erradicar esta situación, pero sí que queremos dejar una evidencia plena de la misma. Y las imágenes hablan por sí solas. La realidad en este caso es aplastante”.

Incluyo las pistas de audio en el vídeo montado por Dani y le doy a guardar. Lo reviso. Varias veces. Ahora sí. Este par de periodistas ha concluido un nuevo trabajo de investigación.

——*——

 

Me llega un WhatsApp de la productora informando que esta misma noche se emitirá el reportaje. Nos felicitan una vez más por hacer “tan buen trabajo”. A Dani, que está a mi lado en el sofá con los cascos puestos a todo volumen, le doy una palmada en la pierna para captar su atención, poniendo delante de sus ojos la pantalla de mi móvil.

  • Es hoy. Por fin.- dice con alegría retirándose los cascos de las orejas.

Se levanta de un salto, coge su mochila y se dispone a salir. Está claro que, para variar, no piensa encargarse de nada.

  • Lo vemos en mi casa, como siempre, ¿no? .- digo con retintín.

Cuando parece que se va sin más remedio y sin decir ni adiós, se para en el vano de la puerta y, con una sonrisa maliciosa, contesta: “Claro que sí, como siempre. Por cierto, esta noche traeré a Andrea a tu casa para ver el programa”. Me guiña un ojo y cierra de golpe. Oigo sus pasos rápidos bajando las escaleras a toda velocidad. También oigo claramente sus carcajadas. Dios, no quiero pensar qué va a decir mi madre.

 

—–*—–

 

  • ¡Vamos, que empieza! .- anuncia Toni.

Dani toma asiento a mi lado y todos los presentes se arremolinan a nuestro alrededor. No falta nadie: Toni, su hermana Alicia y sus padres; Dani, que efectivamente ha venido con Andrea, cumpliendo su amenaza. Y mi madre, que lleva más de una hora intentando digerir que la nueva pareja de Dani, Andrea, ha resultado ser un neoyorquino de más de metro noventa de altura y una barba poblada al más puro estilo “hipster”. Dani ha llorado de la risa cuando al presentárselo mi madre esta ha retorcido sus manos en un gesto de nerviosismo y le ha susurrado al oído: “¿Andrea? ¿Eso no es un nombre de chica?”

El programa va a empezar. Aún me resulta extraño ver mi propio rostro en pantalla, y a veces me cuesta reconocer en mí ese tono de voz excesivamente agudo, pero Dani una vez más ha hecho un trabajo genial con las luces, sombras y contrastes en pantalla y la verdad, me veo bien.

Cuando el reportaje está llegando a su fin hago una panorámica disimulada de todos los presentes; Toni no puede negar lo orgulloso que está de mí, al igual que sus padres. Alicia  está sobrecogida desde que aparecieron en escena aquellos niños que ayudamos a escolarizar. Es lógica su empatía y su sensibilidad hacia el tema pues está embarazada de cinco meses. Andrea da suaves palmaditas en las rodillas de Dani a modo de enhorabuena, todo muy comedido, claro está. Mira de reojo a mi madre tras cada palmada y esa postura rígida que ha mantenido durante todo el programa delata su nerviosismo. Me gusta este chico. Está preocupado por caerle bien a mi madre. Por su parte, ella se esfuerza por disimular pero carraspea a cada toque de rodilla, sin dejar de frotarse las manos. Mis ojos se encuentran con los de Dani, sonrientes, sin molestarse siquiera en ocultar su regocijo. Siempre (insisto, siempre) intentando escandalizar a mi madre. Sonrío para mis adentros al recordar el famoso día del tatuaje. O aquel otro en que apareció con el pelo de color violeta. En fin. Hay cosas que nunca cambian.

El programa llega a su fin. Todos empiezan a revolverse en sus asientos pero Dani y yo no nos movemos, al igual que mi madre. No hasta que finalizan los créditos. Es nuestro ritual. Sobre todo a mi madre le encanta ver nuestros nombres en pantalla cuando llega el final de un trabajo. Por fin aparecen ante nuestros ojos las ansiadas letras, con el típico formato blanco sobre fondo negro.

Realizado y dirigido por:

Alexia Ferrer.

Daniela Ferrer.

Entonces es cuando mi madre sentencia: “¿Qué os pensabais? Mis hijas. Mi mayor orgullo. Un buen par de periodistas”.

—–FIN—–

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