Clásicos contemporáneoa. Tapa dura. 40 páginas.

Edad recomendada: A partir de 3 años.

Nuestro protagonista, Frederick, es un ratón de campo que vive junto a su familia. Cuando el invierno empieza a acercarse, todos empiezan a trabajar recolectando frutos y provisiones de cara a los meses de frío. Todos menos Frederick. Sus compañeros se quejan de él porque parece que siempre está ocioso, aunque él les asegura que está trabajando, haciendo cosas importantes como son recolectar colores para los días grises y oscuros del invierno o acumular palabras, para que nunca les falte cosas que contar. 

Aunque parezca poco relevante, se requiere tener un verdadero talento para recopilar sensaciones, emociones, recuerdos o pensamientos; y no solo eso, sino ser luego capaz de transmitirlos a los demás. También este es un trabajo importante, mucho, de hecho. Ahí está la clave del arte. En este caso Frederick se descubrirá ante su familia como un auténtico poeta, y conseguirá hacerles un poco más feliz y llevadero el crudo invierno. Así que felicidad ¿eh? ¿Qué más se puede pedir? 

Me gusta mucho este cuento (y no solo a mí sino a mis pequeños lectores, que es mucho más importante), no solo para acercar a los niños a la poesía, sino para que aprendan a respetar y valorar las profesiones artísticas, las conocidas (erróneamente bajo mi punto de vista) como «no productivas», y aprecien el esfuerzo que se esconde detrás de la obra de cualquier artista. 

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