Sabes que se esconden por todos los rincones de la casa. Su paciencia es infinita, ellos no tienen prisa, nunca miran su reloj. Al contrario que tú. Sabes que resta el tiempo y, por contra, va sumando la vejez. Piensas: ¿Y si esta vez no aparecen? Tiemblas como una hoja, intentando encontrar respuestas para demasiadas incógnitas. Hasta ahora siempre han vuelto ¿verdad? También lo harán hoy.
Con lo fácil que parece casar las cosas. Vestirte despacio cuando tienes prisa. Desnudarte rápido cuando es más placentero hacerlo con calma. Rellenar un hueco con un abrazo. Colmar tu cabeza de sueños.
Ahora la tienes llena de dudas. Te miras al espejo y ves un niño, que quiere volver de nuevo al lugar del que tú siempre quisiste irte. Qué gran error. Entonces les pides, susurrando, que no jueguen más contigo. Que se vayan para siempre. Que vuelvan cuanto antes. Lo que sea, si esto ya no tiene más vuelta de hoja.
Se te nubla la vista y, cuando te recuperas, diriges tus ojos al sándwich que sigue en la mesa, a medio comer. Una imagen viene a tu cabeza. Tú, sentándote en la mesa junto a tu hija, que ha venido a verte. Aprieta tu hombro en señal de afecto. Sientes cómo te reconfortan sus caricias. Sonríes. Están volviendo. Sabes que esta vez también has tenido suerte. No obstante, no puedes evitar preguntarte: ¿Hasta cuándo? ¿Cuándo volverás a sumirte en la eternidad? ¿Cuándo volverán a abandonarte tus recuerdos?
#Sweek #Microrrelatos #MicroRELOJ