El parte meteorológico había vaticinado tormenta. Calculé al milímetro las millas que me separaban del puerto más cercano y me deseé suerte. Podía perder la vida en ello pero debía arriesgarme. La ocasión era perfecta. <<Las olas nos pasaban por encima haciendo escorar al barco, hasta que no la volví a ver más>>, explico después a los de salvamento, entre tiritonas. Pero no es verdad. Sí que la vi. Mientras caía por la borda gritando mi nombre. Y yo no me moví. Pienso en lo distante que estuvo, evitándome todo el día. Ni siquiera parecía ella. Pienso en las fotos. Silvia con otro. De la mano. Besándose. Aquel detective compadeciéndose de mí. Menudo imbécil. Por eso decidí adentrarme en la tormenta. Sé que no volverá a ser mía. Pero tampoco será de nadie más.
Desembarcamos al llegar al puerto y la figura que veo corriendo hacia mí me hiela la sangre en las venas. No puedo creerlo. ¿Cómo es posible?
– Cariño, menos mal que estás bien.- me abraza entre sollozos. Se aparta para mirarme y entonces comprende mi estupor.- ¿No te diste cuenta?… Una fiesta sorpresa…hip…para tu cumpleaños. Le pedí a Sonia que…Oh Dios…fue a navegar en mi lugar. No puede ser… mi hermana gemela…
Publicado en Signo Editores
BUEN RELATO
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